El mate es una de las infusiones más tradicionales de Argentina, pero uno de los desafíos más comunes es evitar que se “lave”, perdiendo su sabor característico. Expertos revelan los trucos para que cada ronda conserve su intensidad.
Mantener un buen mate no es solo cuestión de costumbre, sino de técnica. Según los especialistas, hay varios errores que aceleran el proceso de “lavado”: usar agua hirviendo o demasiado caliente, mojar toda la yerba desde el inicio, mover la bombilla y dejar pasar mucho tiempo entre cebadas.
Para conservar el sabor intenso, los expertos aconsejan comenzar con agua tibia e ir aumentando hasta un máximo de 75 °C (si hierve, quema la yerba), armar una “montañita” de yerba seca a un costado del mate, cebar con continuidad y mantener la bombilla fija.
El mate, que hoy forma parte de la identidad argentina, tiene un origen ancestral. Los guaraníes fueron los primeros en consumir la yerba mate, usándola como bebida, objeto de culto y moneda de intercambio. Más tarde, durante el Virreinato del Río de la Plata, los conquistadores difundieron su consumo.
Actualmente, en Argentina se beben en promedio 100 litros de mate por persona al año, una tradición que, como explica Pau Navajas en su libro Caá Porã, El espíritu de la yerba mate, permanece vigente desde antes de la independencia.