Erika Kirk, esposa del activista conservador, relató los momentos previos a la tragedia, el hallazgo de una medalla ensangrentada y la emotiva charla que mantuvo con Donald Trump tras el crimen.
El asesinato de Charlie Kirk, reconocido líder conservador estadounidense, conmocionó a Utah y a todo el país. En medio del dolor, su esposa Erika Kirk reconstruyó las últimas horas del dirigente, revelando detalles que estremecen.
La mujer confesó que le había pedido a su esposo que usara protección, pero él decidió no hacerlo. Tras el ataque, Erika logró ingresar a la sala del hospital para despedirse. “Con el debido respeto, quiero ver qué le hicieron a mi esposo”, recordó. Allí observó las graves heridas en el cuello y recibió de los médicos una medalla manchada de sangre que él llevaba puesta.
“Tenía los ojos entreabiertos y una media sonrisa, como la de la Mona Lisa. Era como si hubiera muerto feliz, como si Jesús lo hubiera rescatado”, relató. A pesar de la tragedia, aseguró no desear venganza: “No quiero la sangre de ese hombre en mi historial. Cuando llegue al cielo, Jesús me preguntará si actué con ojo por ojo”.
En un acto de despedida frente a miles de personas, el expresidente Donald Trump se mostró visiblemente conmovido. “Charlie era como un hijo para mí”, expresó, al tiempo que se comprometió a continuar los diálogos que mantenía con el activista.
La investigación por el homicidio sigue en curso, mientras la sociedad estadounidense exige respuestas sobre el crimen que le arrebató la vida a una de las voces más influyentes del conservadurismo.