
Un emprendimiento local fusionó el clásico alfajor con uno de los íconos gastronómicos de Rosario: el carlito. El resultado es tan curioso como delicioso.
Los alfajores son parte del ADN argentino: de hojaldre, con frutas, glaseados, rellenos de dulce de leche y bañados en chocolate. Pero Rosario decidió ir un paso más allá y crear una versión única que une dos pasiones locales: el alfajor y el carlito, ese típico sándwich de miga con jamón, queso y ketchup que es símbolo de la ciudad.
La idea nació de Saboreé Rosario, un emprendimiento liderado por la cocinera Carolina Almaraz, quien se propuso lanzar un alfajor con identidad bien rosarina. Para eso, acudió a sus seguidores en Instagram y les preguntó: ¿Qué sabor representa a Rosario? La respuesta fue contundente: el carlito.
🌟 Una fusión inesperada, pero sabrosa
El resultado es un alfajor anaranjado, con una ganache de chocolate blanco combinada con un toque de ketchup, lo que le da un sabor suave, diferente y equilibrado. El relleno se encuentra entre dos galletas tiernas, y todo está cubierto por una fina capa de chocolate blanco.
“El ketchup aparece sutilmente al final del bocado, en una mezcla armónica que sorprende sin empalagar”, describe Carolina sobre su innovador producto, que ya despertó la curiosidad de cientos de rosarinos.
🥪 El carlito: un ícono local
No es casual que este sándwich haya sido elegido como emblema: desde 2014, el carlito es considerado Patrimonio Cultural de Rosario, gracias a una ordenanza impulsada por el concejal Carlos Comi. Su historia se remonta a 1953, cuando fue creado en el bar Cachito, en Pellegrini y Maipú.
Desde entonces, el carlito se ganó un lugar en la tradición gastronómica local, y hoy también, en el mundo de las golosinas.
📍 Dónde conseguirlo
El alfajor con sabor a carlito ya se puede comprar a través de la cuenta de Instagram de Saboreé Rosario, y también se consigue en:
- Mercado de Frutos Culturales (Galpón 17, frente al Monumento a la Bandera) los sábados, domingos y feriados.
- Feria La Pérgola, todos los domingos en Dorrego y el río.
Con esta creación, Rosario suma un nuevo motivo de orgullo culinario y demuestra que, cuando se trata de innovación con sabor local, la imaginación no tiene límites. ¿Te animás a probarlo?